domingo, 3 de abril de 2016

¡Sálvese quién pueda!

El otro día estaba leyendo acerca de los mitos del amor, 
y me topé contigo en cada uno de los diez.
Decía uno que el destino no existe, 
y que si algo se quiere con ganas,
es tontería esperar a que vete tu a saber quién o qué, 
le de la gana de concedértelo.

Y entonces ahí se abrieron todos mis puntos de sutura, 
mi verdad quedó expuesta 
y el arrepentimiento y las condenas 
se vieron encrucijadas en mi mente.

Ahora recuerdo todo aquello que no dije, 
cuando, balanceándome sobre mis pies, 
te decía que no me pasaba nada, 
que todo estaba en sintonía.

Que pasa el tiempo, 
y yo no me daré ni siquiera una segunda oportunidad. 
Mucho menos al amor, o a la vida.

Que si he decidido ser ola,
no fue por mi. 
Ni por nadie. 
Fue porque así tenía que ser.

Y a usted, querido poeta, 
me dirijo desde mi faceta de marea, 
y desde la autocrítica propia.
Usted, que bebe más que llora,
que sufre más que ríe,
que piensa más que siente.

Me parece a mi que esta puñalada 
me está doliendo más de lo esperado.
Más de lo que estoy acostumbrada a aguantar.

Y ahora que he terminado de quejarme, 
como hago siempre.
Ahora que me he abierto, 
como siempre.

Que he llorado, 
como siempre.
Que he sido sincera, 
como siempre.

Me iré del mismo modo que he venido, 
sin decir nada. 
Como siempre.

Que si tu ya has elegido no tiene sentido seguir ocupando un lugar que no me pertenece, 
y que el olvido también es una forma de libertad.
Que buscamos aquello que no estamos preparados para encontrar, 
y así nos va.

Que forzamos las cosas,
y le damos el mismo valor a una cama que a un hogar.
Al calor de una noche
que al amor.
A un café que a una vida.
A un instante que a un recuerdo constante.

Y después de descontextualizar todo, 
fallar, errar, 
caer, romper, 
llorar y echar las culpas a todo aquello que tenemos cerca, 
llega el arrepentimiento, 
y muchas veces de la mano también el orgullo.

Y pasarán días y meses y años. 
Y toda una vida si hace falta.  
Pero hoy, 
hoy he decidido salvarme a mi misma.


Imagen: Sara Herranz
Texto de la imagen: Paula Martínez de Rituerto Rey