domingo, 22 de febrero de 2015

Cuestión de gravedad.

Peor que el olvido,
fue frenar las ganas de verte otra vez.
Peor que el olvido,
fue volverte a ver.

Peor que el inconformismo desdichado,
que las lágrimas secas,
que las luces oscuras
y que los ríos desiertos.

Peor que el cielo sin estrellas,
que los árboles sin hojas,
las playas sin arena
y los relojes sin agujas.

Peor que marzo sin abril,
primavera sin deshielo,
realidad sin fantasía
y gris sin negro.

Peor, fue tu cama sin mi.
Tu mesilla sin mis libros,
tu almohada sin mi aliento,
tu cuerpo sin el mío.

Peor que todo esto,
fue la incertidumbre sin verdad,
la utopía inalcanzable,
la cadencia suspensiva mal resuelta,
y un verano sin ti.

¡Lo peor de todo!
Más malo todavía,
aun queda escondido,
en lo más recóndito de nuestra vida.

¿Qué pasa si no admito 

que fui yo quien te abandonó?
¿Qué pasa si no lo niego?

Que al perderte tu,
fui yo detrás.
Y volver a hacerlo
es lo que más temo.

¿Qué pasa si te beso los lunes,
si te pienso los martes,
si te reto los miércoles
y te olvido los jueves?

¿Y qué si todavía no lo entiendo?
No sé si te vas por lo que soy
o por lo que sabes que nunca seré.

¿Y qué si el tiempo se agotó,
si se nos pasó la oportunidad?
¿Cuánto hace que tu y yo
no desafiamos a la gravedad?


domingo, 15 de febrero de 2015

No me arrepiento de la vida que he escogido, solo de la soledad que esta conlleva.

Si el besarte fuera solo eso, 
besarte:
no flotaría sin miedo a caer en una nube inexistente
no viviría con miedo de que un día me faltes
no presenciaría miles de flores negras durante el día;
ni de colores por la noche.

Si el besarte fuera solo eso,
besarte:
lloraría cada amanecer al recordarte
bailaría sin ton ni son bajo las estrellas
disfrutaría cada tono azul
y las fuentes estarían secas.

Si el besarte fuera solo eso,
besarte:
el tiempo pasaría lento
no me reflejaría en los espejos
ni me arrepentiría de haberme rendido tan pronto.

Si el besarte fuera solo eso,
besarte:
no me quemaría con hielo
no habría puesto distancia de por medio
no habría prometido imposibles
ni habría ardido en las cenizas de la desesperación.

Si el besarte fuera solo eso, 

besarte:
no leería sendas ajenas
ni sumaría palabras extrañas
no andaría por el coseno ruso
y no resolvería ecuaciones inexistentes.

Si el besarte fuera solo eso,
besarte:
no habría olvidado recordar
que segundas partes nunca fueron buenas
no habría dejado que nada me cegara
no borraría las noches en el día para no volverte a ver
y probablemente, no lloraría para no ver llover.

Si el besarte fuera solo eso,
besarte;
Si el besarte fuera solo eso,
soñar;
Si el besarte fuera solo eso,
respirar;
Si el besarte fuera solo eso,
quererte;
Yo, seguiría sobreviviendo.







domingo, 1 de febrero de 2015

-46-

Soy el ave fénix, porque siempre renazco de mis cenizas.
Soy la aguja de mi pajar, porque no me encuentro ni yo misma.
Soy las flores tatuadas de tu costado y el agua de las cascadas que se desmelenan en cada gota.
Soy cada una de las líneas divisorias de este mundo, o de cada compás.
Soy la incertidumbre de tus ojos y la sinceridad de tus labios.


Soy la puntualidad del reloj de arena y el último granito de la misma.
El cristal transparente y la verdad traslúcida.
El color amarillo ámbar del fondo de un cuadro o el sueño del que no queremos despertar.

Soy la mañana, y también la tarde. 
El medio día y el insomnio de noche.
Soy el enfado y la vuelta y media de tuerca. 
La religión y la ciencia.

Soy la negación absoluta y el no saber decir que no. 
La utopía y la certeza.
Soy el respirar profundo para ahogarse en recuerdos.
El minuto 59 de la perfección inconclusa y el número 21.

Soy el agua camuflada de nube porque me gusta verlo todo desde arriba. 
Y el punto más oscuro del pozo sin fondo.
Soy el cansancio y la actividad. 
La vida, que es muy puta y todas las alegrías de ella.
La terapia de turno y el ángulo convexo. 
La playa y el amanecer.

Y al final del día, acabaré como acaban los grandes:
Como vive Sabina, como triunfó Estopa, 
como cantaba Extremoduro, como componía Vivaldi, 
como miraba Mecano, como bebía el Mago de Öz, 
como llenaba Melendi. Acabaré siendo yo.