domingo, 17 de mayo de 2015

17 condenas

Y yo que me prometí que a las 19.24 dejaría salir la última condena, 
que quebraría todos mis sueños, 
que reconstruiría todos y cada una de los pedazos de este mundo. 
Yo, que vivía en la calle del arte, 
que nunca he sabido mentir, 
te pido que vuelvas, que te estoy empezando a confundir con las estrellas.

Que se pare el tiempo,

Que se detenga la lluvia
y el firmamento oscuro.
Que juegues con fuego,
que te quemes
y que te enredes en mi
al ver tu silueta reflejada en el cristal.

La silueta del pecado, diseñada para mi.

Como aquel traje
o toda la ropa que nos hemos quitado.
Como aquella noche
en tu coche pensando si era mejor o peor,
seguir adelante con el juego.

Y yo te miraba, 
sin apenas pensar que podría ser la ultima vez 
que te tendría reflejado en mi mirada.
Y yo te cantaba, 
como si solo me estuvieras escuchando con el alma.

Prepara tus maletas y carga la pistola de balas, 
por si echas a correr en medio de la desesperación, 
en medio de el caos de mi vida que amas.

Y jamás mires atrás ni esperes nada de mi,

que soy veleta de rumbo cambiante
y no vuelo dos veces en misma dirección,
nunca atraco en mismo puerto
y siempre me aburro de nadar en los mismos arrecifes.

Quiéreme como soy, o vete a vagar por el oleaje o por las nubes.


Lanza el dado y arriesga, nuestra partida está terminando.


domingo, 10 de mayo de 2015

Cuatrocientas respuestas entre mil litros de sangre.

Y aún río cuando me preguntas: 
por qué no te has vuelto a enamorar.
Y sonrío, y te respondo: 
eso se siente una vez, y nunca más.

Que el amor, 
a destiempo está de más.
Por exceso, por defecto.
Por mentiras, por verdad.

El corazón, siempre sabio, 
siempre loco, siempre ateo.
Solo conoce tu boca, solo cree en tus palabras, 
solo comulga en tu cintura.

Temo, a los besos sin nombre,
a la indecisión diaria,
a la múltiple elección,
y las sonrisas cargadas.

Busco, cuatrocientas respuestas
entre mil litros de sangre
y cuarenta y cuatro promesas
enredadas en el levante.

Prometo, 27 poemas de amor,
nueve decepciones,
veintitrés mareas rotas
y cinco estrellas fugaces.

Dimito, de los trabajos sin compromiso,
de los amantes a deshora,
de las parejas que se quieren
y también de las que se odian.

Peco, por el carmín de tus labios,
por las ondas de tu pelo,
por el reflejo de cristales,
por las olas del espejo.

Y lloro y canto,
y corro y sueño.
Y bebo y bailo
perdiéndome en tu anhelo.

Y para qué dar tregua,
y para qué el consuelo.
Si todo va en el mismo saco,
en la misma apuesta,
en la misma mano ganadora,
para acabar en el infierno.

Infierno de tus ojos, de tu boca, de tu luz, de tu mirada.
Infierno de ti y de mi,
infierno de los dos.
Infierno de doble o nada.