domingo, 1 de septiembre de 2013

Las palabras duelen.

No lo sabes, no la sientes como yo, no la critiques pues. Somos personas que, estudiamos horas y horas al día, vivimos en el conservatorio y, soñamos con partituras clasicistas y barrocas, con bandas sonoras… Y con ilusiones musicales que probablemente, sean igual de importantes que las tuyas de ser futbolista, modelo o médico.
Me parece bien que no quieras oírme, que no quieras escucharme y, cierto es que yo no te voy a obligar. Pero, más que nada, ten un poco de educación y, no te rías porque, ponemos todo nuestro empeño para lograr la melodía perfecta. No entiendes lo que es para mi la música, no lo logras comprender… Tampoco te pido que lo hagas, pero por lo menos, tenle un respeto, porque, tus canciones favoritas salieron de un acorde de piano, del puntear de una guitarra o de la imaginación de un cantautor.





¿La conoces en persona? ¿Te has molestado alguna vez en hablar con ella? No! Y entonces… ¿cómo sabes que no te gusta, si es guapa o fea, si es simpática o, si también tiene corazón?
Tú simplemente te dedicas a juzgarla, sin conocerla siquiera, dando por hecho cosas que, probablemente no sean ciertas.
Decirle “gorda” a una persona provoca miles y miles de sentimientos, humillación, desprecio… Provoca horas vomitando, chicas llorando y con pensamientos que, si conocieses, callarían aquellas palabras que escupes.
Decirle “p***” a una persona, provoca llantos continuados mientras tu continuas metiéndote con ella. No te molestas en conocer sus razones, sus motivos, su vida o su ideología y credenciales, siempre piensas por ti mismo e imaginas realidades ficticias. No sabes siquiera si es virgen o no, a veces, solo usas este insulto porque no puedes tenerla o porque la ves hablando con personas del género opuesto. Hay un error de conceptos muy grande dentro de esta sociedad y dentro de miles de personas que la constituyen. Puede tener amigos, puede ser feliz, puede mantener conversaciones con gente más pequeña, de igual edad o mayores, no sabes su grado de madurez  ni si  se siente completa. El caso está en ponerle una etiqueta estúpida para alejarla de las personas que verdaderamente la quieren.
Decir “bollera” o “maricón” a alguien, es una de las palabras más horribles que hay en mi opinión, dado que se vale de insultos despreciativos para poner marcas y etiquetas a la orientación sexual de cada uno, siendo muchas veces esta la equívoca y usándose estos vocablos solo como opinión despectiva.  Sinceramente, ¿te importa su identidad sexual? ¿Te importa acaso de quien se enamore? Solo debería importante el hecho de que sea feliz si es tu amigo o, en caso de que no lo sea, no desearle ningún mal. Creo que, si te metes tanto con la gente y piensas tan mal de ella, deberías plantearte que, a lo mejor las raras no son ellas, si no tú, que te crees perfecto cuando en realidad, lo único a lo que te dedicas es a criticar al resto  para que bajen así sus niveles y así tú, sentirte superior. Si, tú! Plantéate que tipo de persona quieres ser, porque tus actos tienen consecuencias.


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