fue frenar las ganas de verte otra vez.
Peor que el olvido,
fue volverte a ver.
Peor que el inconformismo desdichado,
que las lágrimas secas,
que las luces oscuras
y que los ríos desiertos.
Peor que el cielo sin estrellas,
que los árboles sin hojas,
las playas sin arena
y los relojes sin agujas.
Peor que marzo sin abril,
primavera sin deshielo,
realidad sin fantasía
y gris sin negro.
Peor, fue tu cama sin mi.
Tu mesilla sin mis libros,
tu almohada sin mi aliento,
tu cuerpo sin el mío.
Peor que todo esto,
fue la incertidumbre sin verdad,
la utopía inalcanzable,
la cadencia suspensiva mal resuelta,
y un verano sin ti.
¡Lo peor de todo!
Más malo todavía,
aun queda escondido,
en lo más recóndito de nuestra vida.
¿Qué pasa si no admito
que fui yo quien te abandonó?
¿Qué pasa si no lo niego?
¿Qué pasa si no lo niego?
Que al perderte tu,
fui yo detrás.
Y volver a hacerlo
es lo que más temo.
¿Qué pasa si te beso los lunes,
si te pienso los martes,
si te reto los miércoles
y te olvido los jueves?
¿Y qué si todavía no lo entiendo?
No sé si te vas por lo que soy
o por lo que sabes que nunca seré.
¿Y qué si el tiempo se agotó,
si se nos pasó la oportunidad?
¿Cuánto hace que tu y yo
no desafiamos a la gravedad?