Te me vas y, veo que no puedo hacer nada por evitarlo.
Sinceramente, te quiero, pero tengo miedo. Me han dado demasiados palos y, por
ello, no voy a dejar de amarte, ni tampoco de confiar… pero, ya me han fallado
demasiadas personas. He perdido tanto y he ganado tan poco antaño, que no quiero
que vuelva a suceder. Ahora mismo, estoy confusa porque, sin ser amigos,
tenemos algo especial; sin ser novios, te quiero; sin ser hermanos, lo daría
todo por ti… pero, entonces ¿Por qué no intentarlo? Porque la diferencia de
entre tu ‘’te echo de menos’’ y el mío, es que el segundo es verdad. No sé qué hacer, no sé qué decir, no sé si
hago bien o, si por el contrario, cometo un error. Uno, que cometería mil veces
más.
Te juro que no fue mi intención hacerte daño… dijeron
algunos, otros en cambio, me dijeron que era yo la que había cambiado. ¿En
serio? Las comparaciones son odiosas. Nunca seré aquella de la que te
enamoraste alguna vez, pero, no pretendo brillar como ella, simplemente quiero
ser otra nueva estrella de tu firmamento. No de las fugaces que tanto lucen y
de las que su amor es tan corto y tan
largo su olvido, sino de esas que duran miles y miles de años. De esas que, una
vez muertas, siguen brillando a los ojos humanos durante mucho tiempo.
No quiero una tarde junto a ti, quiero una vida. No una
conversación eterna, sino pequeñas charlas todas las noches durante la cena. No
quiero una noche loca junto a ti, quiero dormir mecida por tus brazos, mientras
me besas y velas mi sueño para que no me pase nada. No quiero despertarme cada
mañana con una resaca sin saber lo que hicimos la noche anterior, quiero que me
despiertes con unos buenos días princesa, recordándome que hoy, nuestros hijos
tienen partido de futbol y concierto de banda. No quiero un rollo pasajero,
quiero instalarme en tu corazón para no irme jamás de él.
Me da igual todo lo que diga y piense la gente, me da igual
mientras sea feliz junto a ti. Llámame loca, soñadora o infantil, pija, cursi o
malcriada, me da igual. Soy feliz por verte, por saber que, probablemente leas
esto y no te sientas identificado, pese a que algo en lo más profundo de tu
corazón te diga que va dirigido a ti, a aquel que tantas veces me ha sacado una
sonrisa, ya sea en persona o a través de una pantalla. Porque, para mí los
kilómetros no van a ser un impedimento, van a ser un beneficio, tal vez no
pueda tocarte o verte, lo que me duele, pero puedo hablarte y, con escuchar tu voz
o leer una sola palabra tuya ya soy feliz.
Porque, lo que verdaderamente importa, es el interior de las
personas y, todo lo que conlleva el amar y ser amado.
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