Nadie se merece morir de forma cruel, nadie se merece ver a
su familia morir de hambre sin que tú puedas evitarlo, nadie se merece ver como
alguien va a un sitio a cumplir su deber, aunque sepa que lo más probable es
que no regrese jamás. Nadie se merece que le insulten, desprecien, maltraten,
se rían de el…etc. Nadie se merece el sufrimiento, porque no hay nadie tan
cruel en este mundo como para merecérselo. Aun así, éste debe existir, porque
gracias a él aprendemos a valorar las pequeñas cosas de la vida, aprendemos el
valor de un beso, una mirada, un instante; el valor de una canción, de un
segundo, de una recompensa recibida gracias a tu duro trabajo, aprendemos a
valorar una sonrisa, incluso hasta un simple gracias. ¿Es ese el secreto de la
felicidad? No lo sé, puede que el secreto esté en las pequeñas cosas, en dar
mucho y recibir poco, o en descubrir que a lo largo de tu vida, te han devuelto
mucho más de lo que has dado. Puede que el secreto esté en vivir al máximo cada
instante y disfrutarlo como si fuera el último, apreciar cada palabra y cada
gesto, apreciar cada sonrisa, mirada o el resto de cosas que esta vida te pueda
ofrecer, porque las oportunidades solo aparecen una vez en la vida, y cuando
estas se presentan hay dos opciones: Aceptarlas y recibirlas o pasar de ellas.
Generalmente la primera suele ser la acertada, aunque a veces no lo creamos
así. La vida se basa en recibir y apreciar cada segundo de esta, cada nota de
la melodía que te da, cada verso de los poemas, cada palabra de una frase, cada
“Te quiero” que de dan en este mundo, se trata de vivir felices y de tomar solo
la parte buena de esta. El verdadero
secreto está en la felicidad.
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