miércoles, 3 de julio de 2013

¿Y cómo no iba a enamorarme? Si siempre supo como hacerme sonreír.

Siempre supo poner la sutileza de su lado, siempre consiguió que me quedara despierta por él, fuera la hora que fuera. Siempre supo la manera ideal que hacerme sentir una princesa. Siempre supo destacar hasta las cualidades que ni yo sabía que aguardaban en mi interior. Siempre buscó tiempo para mí, siempre me hizo felíz. Siempre supo cuál era mi punto débil y me ayudó a fortificarlo, ya fuera aprovechándose de él o, no permitiendo que me cayera. Y, cuando lo hacía, intentaba levantarme y, si no podía, se tumbaba a mi lado. Era una de esas personas que, aunque no lo demuestren, tienen corazón. De esas que son criticadas por muchos por envidia. De esas que, tontean todo el día contigo, con tal de seguirte el juego… el juego del amor, que tantas trampas montan y desvarían para acabar con trucos que finalizarán en besos. Era una de esas que, enamoran porque, cuando les gusta alguien, son capaces de mover cielo, tierra y mar para conseguir lo que se proponen. De esas que no se preocupan por ganar el mayor número de besos posibles, sino por el mayor número de sonrisas. De esas que son diferentes y que, enamoran y cambian por quién haga falta. De esas que, te hacen sonreír a cualquier hora del día y que, se convierten en tu único deseo a lo largo de tu vida.



Gracias por todo, puede que no fueras lo mejor para mí, eras lo que necesitaba en ese momento. Alguien que me enseñara las lecciones más valiosas que en esta vida debía aprender.

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