por qué no te has vuelto a enamorar.
Y sonrío, y te respondo:
Y sonrío, y te respondo:
eso se siente una vez, y nunca más.
Que el amor,
Que el amor,
a destiempo está de más.
Por exceso, por defecto.
Por mentiras, por verdad.
El corazón, siempre sabio,
Por exceso, por defecto.
Por mentiras, por verdad.
El corazón, siempre sabio,
siempre loco, siempre ateo.
Solo conoce tu boca, solo cree en tus palabras,
Solo conoce tu boca, solo cree en tus palabras,
solo comulga en tu cintura.
Temo, a los besos sin nombre,
a la indecisión diaria,
a la múltiple elección,
y las sonrisas cargadas.
Busco, cuatrocientas respuestas
entre mil litros de sangre
y cuarenta y cuatro promesas
enredadas en el levante.
Prometo, 27 poemas de amor,
nueve decepciones,
veintitrés mareas rotas
y cinco estrellas fugaces.
Dimito, de los trabajos sin compromiso,
de los amantes a deshora,
de las parejas que se quieren
y también de las que se odian.
Peco, por el carmín de tus labios,
por las ondas de tu pelo,
por el reflejo de cristales,
por las olas del espejo.
Y lloro y canto,
y corro y sueño.
Y bebo y bailo
perdiéndome en tu anhelo.
Y para qué dar tregua,
y para qué el consuelo.
Si todo va en el mismo saco,
en la misma apuesta,
en la misma mano ganadora,
para acabar en el infierno.
Infierno de tus ojos, de tu boca, de tu luz, de tu mirada.
Infierno de ti y de mi,
infierno de los dos.
Infierno de doble o nada.
Temo, a los besos sin nombre,
a la indecisión diaria,
a la múltiple elección,
y las sonrisas cargadas.
Busco, cuatrocientas respuestas
entre mil litros de sangre
y cuarenta y cuatro promesas
enredadas en el levante.
Prometo, 27 poemas de amor,
nueve decepciones,
veintitrés mareas rotas
y cinco estrellas fugaces.
Dimito, de los trabajos sin compromiso,
de los amantes a deshora,
de las parejas que se quieren
y también de las que se odian.
Peco, por el carmín de tus labios,
por las ondas de tu pelo,
por el reflejo de cristales,
por las olas del espejo.
Y lloro y canto,
y corro y sueño.
Y bebo y bailo
perdiéndome en tu anhelo.
Y para qué dar tregua,
y para qué el consuelo.
Si todo va en el mismo saco,
en la misma apuesta,
en la misma mano ganadora,
para acabar en el infierno.
Infierno de tus ojos, de tu boca, de tu luz, de tu mirada.
Infierno de ti y de mi,
infierno de los dos.
Infierno de doble o nada.
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