Cada individuo tiene una ideología distinta, como seres
humanos, somos racionales y creemos y pensamos de diferente manera. Seamos
creyentes o no, nos guiemos por la ciencia o por la religión, nuestra manera de
pensar es solo nuestra y no nos la puede quitar nadie.
Mucha gente cree que no tiene motivos por los que vivir, se
dedican solo a la monotonía de sus días o, simplemente, la vive minuto a
minuto, pero, siempre llega el día en el que volvemos la vista atrás y nos
damos cuenta de que, nuestro índice de ganancias es más bajo que el de
pérdidas, moralmente hablando o de que, simplemente, hemos vivido demasiado
pronto.
Para todas aquellas personas, que sepan que yo creo que:
Todos nacemos porque hay alguien o algo que así lo desea, porque en el mundo
tiene que haber de todo y porque todo el mundo tiene una misión en esta vida.
A veces, ser un pacifista importante, una gran cantante o
músico, un magnífico escritor, un grandioso médico o un arqueólogo
resurgidor de antiguas colonizaciones…
Todos dejan huella pero, aparte de estos, nacemos las
personas que, pasito a pasito, levantamos el mundo y que lo ponemos en
movimiento. Tal vez no dejemos huella en millones de personas pero, si en los
suficientes corazones como para que ciertas personas sonrían al recordar
nuestro nombre. Si tú estás leyendo esto ahora mismo, es porque probablemente,
tengas algo que aprender de esto, te formes una opinión semejante o contraria, algo
quiere que poseas esta información. Cada vez que hablas con alguien, aprendemos
de ella, así como ella aprende de nosotros. Todos tenemos una misión en la
vida, ya sea enseñarme algo, sacar una sonrisa a alguien, avisar a cierta
persona o conocer simplemente, por eso vives.
Tanto yo como el resto de la gente que me rodea, nacemos
libres, con la posibilidad de elegir que camino debemos tomar para cumplir
nuestro propósito. Hay dos opciones, el bueno: en el cual damos las lecciones
necesarias y ayudando a la gente tendiéndole nuestra mano; o, el malo, por
llamarlo de alguna manera, pues no es malo, ni tampoco cruel. Es más bien, el
alternativo, en el cual ayudamos a la gente a tropezar, poniendo piedras y obstáculos
en su camino porque, así les ayudas a caer, para que aprendan a levantarse por
sí solos.
Todo el mundo nace con el poder de la elección y, al cabo de
nuestra vida, nos dejamos guiar por ambos, solo debemos aprender a escoger en
cada momento el que más nos conviene y con el que podemos ayudar y ahorrar
sufrimiento a los demás, sin descuidar nuestra felicidad propia.
Ahora, recapacita, piensa, sueña y sigue con tu vida después
de leer este insignificante punto de vista que, probablemente te ayude a ver la
vida con otro matiz y otra perspectiva.
Dedicado a mi pequeña saxofonista, ¡sonríe princesa! Nunca sabes quien se puede enamorar de tu sonrisa.