Las personas solemos ser conformistas, defecto o virtud,
según el punto de vista, del que muy pocas veces nos damos cuenta. Las mujeres,
no solemos serlo con frecuencia pues luchamos por nuestras metas, objetivos e
ilusiones en la vida, en cambio, pocas veces luchamos por algo que nos hace
verdaderamente felices, el amor. Se declara un chico y, a la más mínima lo
rechazamos. No es mala fe, es el hecho de no habérnoslo planteado nunca o, que
nuestro corazón está ocupado. Sí, por ese alguien que pasa de ti, que te
ignora, que probablemente no sabe de tu existencia pero la cual, al fin y al
cabo, es tu amor platónico.
Después, el proceso se repite una y otra vez mientras tu
desperdicias a gente que merece la pena. Al no luchar por tu propia felicidad,
no vamos hacia ese deseo que queremos lograr, simplemente, hay un día en que
nos cansamos de seguir luchando, de esperar , de mojar la almohada con nuestras
lágrimas; nos cansamos de que no notéis nuestros cambios de ánimo, lo que nos
parece mal o nos incomoda, de que no notéis el vestido despampanante, el rímel en
las pestañas o el peinado nuevo.
Llega el día en el que nos chocamos contra algo que nos hace
despertar, oyendo por primera vez esa voz que dice: “El amor es ciego y el final es triste. No hay nada peor que el
no ser correspondido pero, no te arrastres, no se merece ni una sola de tus lágrimas”
Es entonces, en ese preciso momento en el que te das cuenta
de todo lo que has perdido, de lo que de verdad merece la pena y que siempre ha
estado delante de ti, diciéndote que te quiere, mientras tú eras la que pasaba
de él. Reconoces que no todo es aquel al que idolatrabas y que, también hay más
gente que puede hacerte felíz, personas que sí te merecen. Es, en aquel
instante en el que vuelves a ser la misma con aquellos que te juraron amor,
vuelves a abrir tu corazón y… aprendes a ver los pequeños detalles de la vida.
Si ellos siguen enamorados, si siguen luchando y nunca se rindieron, te
reconquistarán, te enseñarán a amar y a ver que todo aquello cuanto deseabas se
encuentra ahora delante de tus ojos.
Sí, también sé que ahora mismo estás pensando en alguien,
porque, a todos nos ha pasado esto alguna vez así que, ¡corre! Ve a por lo que
siempre ha sido tuyo y no lo dejes escapar... pero, date prisa… puede que ya
sea demasiado tarde.
PD: A las señoritas, valorad lo que tenéis delante de
vuestros ojos, tendemos a enamorarnos de personas que solo nos van a hacer
sufrir mientras aquellas que de verdad merecen la pena son aquellas que siempre
están a nuestro lado y a los que siempre damos de lado.
A los caballeros, insistid, algún día llegará vuestra
princesa. Nunca las dejéis caer y, si llegáis demasiado tarde, tendedles
vuestra mano. A las mujeres no hay que entenderlas, hay que quererlas.
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