Soy una princesa, no de las que llevan vestidos largos o
zapatos de cristal. Como puedes suponer, tampoco uso corona, ¿para qué? No
tengo un príncipe al que conquistar, ni ratones que se conviertan en caballos,
ni calabazas transformadas en carrozas. Tan solo tengo la clave de cómo
encontrar la felicidad y eso es suficiente.
Me ha costado mucho sufrimiento y demasiadas caídas
encontrarla, pero creo que ha merecido la pena. Al menos, me llevo enseñanzas,
cada caída es una nueva enseñanza; cada derrota, una nueva ganancia y cada
deseo sin cumplir, un nuevo motivo para seguir luchando.
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