martes, 19 de marzo de 2013

No sonrías que me enamoro.


Quiero despertarme cada mañana a tu lado, que lo primero en lo cual me vea reflejada sea en tus ojos. Lo primero que vea, tu sonrisa y lo primero que pruebe, tus labios. Quiero todo esto y más, una historia junto a ti, un presente y un futuro. Quiero un ‘’para siempre’’.
Ese momento tardará en llegar, pero mientras tanto, me conformo con un ‘’Bueno días, princesa’’ cada mañana, un ‘’Te quiero’’ nuevo cada noche, una sonrisa cada día y una mirada sincera. Me conformo con que al asomarme al balcón, te vea allí apostado, bajo mi casa, proclamando tu amor por mí y cantándome mil y una veces nuestra canción. Me conformo con verte, porque cada vez que lo hago, cada vez que me hablas, cada vez que me llamas, me enamoro más y más de ti. ¿La culpa? De tu sonrisa, de tu forma de ser. Por todo ello, voy a tener que empezar a decirte ahora el título de esta entrada, pues cada una de estas palabras es cierta, pues cada deseo que pedimos, de una manera u otra se cumple, aunque a veces no nos demos cuenta.


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