Sabes que te quiero. Sabes que me fastidia cuando tardas
media hora en responder, cuando no me coges el teléfono o cuando respondes con ‘’vale’’
a mis te quiero.
No me pides un beso, pero tampoco me lo robas. No quedas conmigo pero tampoco
me lo propones. No me llamas preciosa pero tampoco lo piensas.
Y, si sabes todo esto… ¿Tanto te cuesta hacerme feliz? ¿Tan
poco te importo?
Pero sabes que pese a todos tus defectos te seguiré
queriendo. Siempre estaré esperando, aun sabiendo que probablemente, mis súplicas
nunca sean escuchadas. Una respuesta que calle mis dudas, que encierre en una
caja que luego será destruida, mis lamentos. No me das una respuesta mágicas,
de las que te dan alas, de las que callan con un beso o de las que cortan la
respiración. Algún día me cansaré de esperar y me iré, entonces te darás cuenta
de lo que tuviste y no supiste apreciar. Pero… hasta el momento, seguiré
esperando como una idiota enamorada.
Creo que para cuando llegue ese instante en el que yo
despierte y vuelva a la realidad, podré superar todo esto, pero… ¿Por qué no
ahora? Porque aunque si esté despierta y en una realidad constante, no puedo
asimilarlo. No el que no me quieras, sino el que tampoco me hables. Puede que
no pueda vivir sin tus palabras, puede que ese vacío que dejes nunca vuelva a
llenarse y puede que si lo haga, pero siempre dejando un huequecito en mi
corazón, reservado por si algún día decides realojarte en el de nuevo.
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