Te lo dije, te lo advertí. Sabías que tenía razón y no me
hiciste caso.
No escuchaste, no leíste mis cartas, pero sobre todo, no
confiaste en mí. ¿Me siento traicionada? Un poco, por no querer aceptar mis
palabras y por hacerte daño a ti mismo. Te expliqué que una vez puede ser
casualidad, pero cuatro no.
Por favor, deja de lastimarte. No confíes, no creas nada de
lo que te diga. No te ilusiones, no te enamores, aunque eso es imposible. Me
duele verte así, verte sufriendo por una persona que no te merece, no derrames
tus lágrimas por ella, no vale la pena. Fue demasiado cruel, jugó contigo y no
lo vistes y, si lo vistes, no lo quisiste aceptar.
Has perdido a muchas personas que son importantes para ti,
al igual que tú lo eres para ellas, por actuar en contra de la razón y dejando
que gobernarse el corazón, casi siempre ciego de amor.
¿Aun tienes esperanza? Deja de creer en ella, han sido
demasiadas falsedades, demasiadas mentiras, demasiadas calumnias y falacias
descubiertas. Mereces más que eso, eres más que eso y ella no se merece que
derrames una sola lágrima más.
No puedo decirte más, solo que, a partir de ahora, mira pros
y contras, juzga con la cabeza y con el corazón, y a este último, quítale la
venda que impide que vea con claridad que hay miles de personas a tu alrededor
que darían todo por ti, y que tú no sabes apreciar, porque tu esperanza a dejado de existir.
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