Etapas de nuestra vida pasada quedan olvidadas, pero aun
así, siempre conservan algunos recuerdos. A veces, estos nos martirizan toda la
vida, o nos dejan marcados, nos traen una buena sensación o hacen que nos desprendamos de unas pocas lágrimas.
Sufrí críticas y burlas, insultos y falsedades, pero todas
ellas eran creadas por personas que apenas me importaban. Tú, sin embargo,
fuiste la excepción, la única persona que podía hacerme reír, o levantarme de
ese hoyo profundo, pero no lo hiciste. Simplemente, te dedicaste a creer a esa
gente que quería hacerme daño a toda costa, y aunque ellos no lo consiguieron,
tu sí, eras el que tenía algún tipo de influencia sobre mi y la usaste, pero de
toda manera contraria a como hubiera esperado. Por todo lo que en aquel momento
hiciste, por como actuaste, por tu manera de resolver las situaciones de la
manera más cruel que existe. Me ataste con cadenas que hoy estoy dispuesta a
soltar, desataré esos nudos que me unían a ti y abriré los candados que me
mantenían presa.
Basta de sufrir, acabemos esa etapa de la vida y empecemos
otra, la de la positividad. Aquella en la que ser feliz día a día sea lo
normal. No todo será fácil, habrá obstáculos que superar, pero ahora eres un
peso menos cargado a mi espalda, por lo que avanzaré más deprisa a alcanzar esa
felicidad que tanto tiempo estaba deseando alcanzar.
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